viernes, 29 de julio de 2011

Oda a los trenes del sur ( Pablo Neruda )





Trenes del Sur, pequeños
entre
los volcanes,
deslizando
vagones
sobre
rieles
mojados
por la lluvia vitalicia,
entre montañas
crespas
y pesadumbre
de palos quemados.                    

Oh                                                                                                                  
frontera
de bosques goteantes,
de anchos helechos, de agua,
de coronas.

Oh territorio
fresco
recién salido del lago,
del río,
del mar o de la lluvia
con el pelo mojado,
con la cintura llena
de lianas portentosas,
y entonces
en el medio
de las vegetaciones,
en la raya
de la multiplicada cabellera,
un penacho perdido,
el plumero
de una locomotora fugitiva
con un tren arrastrando
cosas vagas
en la solemnidad aplastadora
de la naturaleza,
lanzando
un grito
de ansia,
de humo,
como un escalofrío
en el paisaje!

Así
desde sus olas
los trigales
con el tren pasajero
conversan como
si fuera
sombra, cascada o ave
de aquellas latitudes,
y el tren
su chisperío
de carbón abrasado
reparte
con oscura
malignidad
de diablo
y sigue,
sigue,
sigue,
trepa el alto viaducto
del río Malleco
como subiendo
por una guitarra
y canta
en las alturas
del equilibrio azul
de la ferretería,
silba el vibrante tren
del fin del mundo
como
si
se despidiera
y se fuera a caer donde
termina
el espacio terrestre,
se fuera a despeñar entre las islas
finales del océano.

Yo voy contigo,
tren, trepidante
tren
de la frontera:
voy a Renaico,
espérame,
tengo que comprar lana en Collipulli,
espérame, que tengo
que descender en Quepe,
en Loncoche, en Osorno,
buscar piñones, telas
recién tejidas, con olor
a oveja y lluvia...

Corre,
tren, oruga, susurro,
animalito longitudinal,
entre las hojas
frías
y la tierra fragante,
corre
con
taciturnos
hombres de negra manta,
con monturas,
con silenciosos sacos
de papas de las islas,
con la madera
del alerce rojo,
del oloroso coigue,
del roble sempiterno.

Oh tren
explorador
de soledades,
cuando vuelves
al hangar de Santiago,
a las colmenas
del hombre y su cruzado poderío,
duermes tal vez
por una noche triste
un sueño sin perfume,
sin nieves, sin raíces,
sin islas que te esperan en la lluvia.
inmóvil
entre anónimos
vagones.
Pero
yo, entre un océano
de trenes,
en el cielo
de las locomotoras,
te reconocería
por
cierto aire
de lejos, por tus ruedas
mojadas allá lejos,
y por tu traspasado
corazón que conoce
la indecible, salvaje,lluviosa,
azul fragancia!


martes, 26 de julio de 2011

Penélope

Que grande Serrat, sobre todo en su faceta de poeta.
Esta hermosa canción es un canto a la fidelidad sobre todo con uno mismo.

Penélope,
con su bolso de piel marrón
y sus zapatos de tacón
y su vestido de domingo.
Penélope
se sienta en un banco en el andén
y espera que llegue el primer tren
meneando el abanico. 



Penélope  es un personaje de la Odisea, uno de los dos grandes poemas épicos atribuidos a Homero (el otro es la Iliada).
Penélope es la esposa del personaje principal, el rey de Ítaca Odiseo o Ulises. Ella espera durante veinte años el retorno de su marido de la Guerra de Troya. Por esta razón se la considera un símbolo de la fidelidad conyugal hasta el día de hoy.
Mientras su esposo está fuera, Penélope es pretendida por múltiples hombres. Para mantener su castidad ante la ausencia de su marido, ésta idea un gran plan. Les dice a los pretendientes que aceptará la desaparición de Odiseo, con la consecuente promesa de un nuevo enlace, cuando termine de tejer un sudario, para cuando falleciese el ex rey Laertes, en el que estaba trabajando. Para mantener el mayor tiempo posible este tejido en elaboración, procura deshacer por la noche lo que creó durante el día, y de esta forma soporta los 20 años. Justo cuando Odiseo llega a casa, Penélope termina la labor, Odiseo mata a los pretendientes y permanece con ella.


El pasado es la única cosa muerta cuyo aroma es dulce.
Eduard Thomas (1878-1917) Escritor británico


sábado, 9 de julio de 2011

Nunca Te Cases Con Un Ferroviario ( Never Married a Railroad Men

Tantos viajes en esas noches rompiendo la oscuridad con sus locomotoras de fuego, silbando al viento de la soledad. Tantas ausencias y lejanias solo hicieron alimentar esa mala fama que como la de marinos en tierra cantaban The Shocking Blue a las desconsoladas enamoradas de los ferroviarios

Never marry a Railroad man
He loves you every now and then
His heart is at his new train. No, no , no
Don't fall in love with a Railroad man
If you do forget him if you can
You're better off without him ah...





Esos ferroviarios quizas a veces, durante la monotona  marcha de sus locomotoras, embriagados por la cadenciosa marcha de sus traqueteos  por esos caminos de hierro,  quizas a veces tenian tiempo de soñar con alguna "mujer de ojos de cristal,  que fuese ardiente como una llama de plata en la cima de una montaña. Venus seria su nombre."


lunes, 4 de julio de 2011

HAIKU

Puntos en Blanco 
Descenso alado lento
Los copos yertos


Ceniza fria
Del volcan apagado,
El amor muerto


Unido a lo anterior este recuerdo a Salvatore Adamo
Cae la Nieve

En Bandolera